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El momento histórico:
No se han terminado de enfriar los ánimos festivos del pueblo boliviano por haber logrado reemplazar un largo régimen de socialismo, administrado por Evo Morales y Luis Arce C., que dejó una estela de bancarrota económica y decadencia moral al país. Las elecciones del 17 de octubre/2025 reflejaron un contundente rechazo al Movimiento al Socialismo representado en tres vertientes: A. Rodríguez, E. Del Castillo y Evo Morales, quienes juntos sumarían un 18% aproximadamente. El mensaje del pueblo fue nítido: fenecía el ciclo del MAS por su nefasta administración del Estado, derivando en un hastío de las maneras de practicar la política, un cansancio de ser expuestos a antagonismos de todo tipo: étnicos, regionales, de clase, ideológicos.
Si bien el electorado logró plasmar de manera pacífica una revolución profunda en la democracia, la celebración de tal proeza fue escamoteada, puesto que la segunda vuelta establecía una necesaria polarización. Tan contundente fue la derrota del masismo (más del 75% de la votación válida), que la campaña del ballotage se basó en achacarle al binomio ganador, representar una versión camuflada del MAS. Con ello no sólo se le arrebató la victoria moral al pueblo y su categórico voto castigo al régimen de 20 años, sino que operó la desinformación al electorado, de cierto periodismo que militó a favor de un binomio, para favorecerlo con la posición “antimasista”. Como resultado de la segunda vuelta fueron derrotados quienes aplicaron las oprobiosas tácticas políticas del MAS.
Es que el clivaje que debió ser masismo/antimasismo (como había arrojado la primera vuelta), se convirtió para el 19 de octubre en: lo nuevo vs. lo de antes. Siendo “lo de antes” aquéllas prácticas que dinamitaron el tejido social, y aquéllos candidatos que cada cinco años cambiaban de sigla y se inventaban nuevos slogans para conquistar electores (Voto útil, Unidad, etc.) Estrategas del socialismo identificaron tempranamente esta necesidad que exigía el electorado y propusieron candidatos en clave de “renovación”, pero el desgaste del régimen masista no pudo ser contrarrestado.
La victoria del binomio ganador no fue fácil, enfrentándose a una millonaria campaña y sin acceder al cerco mediático en favor del otro binomio, pero fortalecida por una inusual complementariedad y defensa mutua de los candidatos que habían coincidido casi por casualidad. Lo que llevó a muchos a creer en predestinaciones que explicaran los resultados que analistas, estudiosos e investigadores no podían justificar, ya que eran contrarios a encuestas y narrativas comunes -de intelectuales cortesanos del régimen ya extinto- y que los derrotados del ballotage justificaban con argumentos infundados de “fraude” o “la mano invisible del MAS”. Pero es aquí donde se debe iniciar el análisis para señalar que, habiendo superado tantos obstáculos, es imperativo que el binomio ganador se halle a la altura del nuevo tiempo histórico que inicia y que el pueblo boliviano ha gestado para el país. Aunque emergió de las urnas, es igualmente épico, considerando que dichos comicios se desarrollaron con reglas digitadas y diseñadas a la manera del MAS.
De quién son los votos?:
No es preciso por ahora abundar en el mito que los asesores de Lara van instalando incluso en opinólogos y periodistas –otros ingenuos- a falta de analistas serios, ya que remitiéndonos al dato del censo 2024, sólo el 53% de hogares rurales de tierras altas, tienen conectividad al internet y, en consecuencia, los pobladores no se encuentran navegando el día entero ni mirando tik tok, (por la naturaleza misma de sus quehaceres), siendo el ámbito donde se propagó y tuvo éxito la figura de Edman Lara, apenas meses previos a las elecciones. En contraste, el presidente Rodrigo Paz, vino desarrollando una sostenida labor de concretar alianzas con sectores rurales, dirigentes gremiales, movimiento sociales, desde su posición de Senador y, desde su trayectoria política con el objetivo de llegar al lugar que hoy ocupa. En tal sentido, para el asombro de “analistas” que no sabían explicar los resultados del 17/08/25, Paz Pereira era recibido con afecto y confianza en todos los rincones rurales del país, mientras Lara era el suceso solo del tik tok y un perfecto desconocido para ciudadanos trabajadores y cuentapropistas, en quienes fue calando el slogan de Paz “capitalismo para todos”.
Por consiguiente, los resultados del área rural no pueden necesariamente atribuirse a Lara, pues el propio jefe de campaña Subof. Edgar Morales, líder de “Democracia Directa”, vino desplegando tareas de concientización sobre el desastre del régimen Evista y masista, en el horizonte de crear un partido nuevo que se diferencie del MAS y de “los de siempre”, de lo cual doy fe, pues hemos coincidido con Edgar en distintos escenarios. Pude observar la semilla política que fue sembrando al menos 8 años atrás, cuando ya tenía claro que el MAS era un esquema de vasallaje y traición para los pueblos indígenas y cuando ya Edgar en su calidad de Suboficial se había levantado contra Evo Morales en una acción de reivindicar la descolonización de las FFAA.
Edgar trabajó y fue ganando voto a voto en área rural, en Seminarios que él organizaba e impartía en aymara y quechua. Las cosas deben decirse por mínima honestidad intelectual y estoy segura que Rodrigo Paz sabe de esta labor de Edgar Morales que se vio reflejada en un contundente triunfo en el departamento de La Paz. Aspectos que es necesario mencionar, porque los éxitos y trabajos desarrollados hay que reconocerlos y asumo que Paz Pereira tiene claro esto, habiendo designado a Edgar Ministro de Trabajo, nombramiento que considero justo en todo sentido. Si bien es honesto reconocer que en amplios sectores de Los Yungas paceños y Oruro, no hay responsable directo más que el propio Lara del batacazo del binomio, es también incorrecto atribuirle al vicepresidente la victoria en el altiplano.
He tratado de resumir asuntos esenciales para comprender por qué no tiene sustento la narrativa propalada para restarle legitimidad al presidente Rodrigo Paz, restándole mérito a su labor y a su perfil político, y a tantos otros actores que confluyeron en tal éxito electoral. A diferencia de lo que sostienen los cultores de tal mito, señalando que Lara sería el artífice para llegar al poder y que Paz Pereira estaría aprovechándose de “sus votos”, yo sostengo lo contrario: es Edman Lara quien, apalancado en la vicepresidencia y la buena fe de Rodrigo Paz, ni bien desembarcó en el Estado, buscó afianzar su pretensión de ser presidente y la creación de un proyecto político propio, a costa de destruir la imagen y estabilidad del gobierno. Para lo cual demanda cuotas de poder cual si fuera una presidencia bicéfala.
Los destituyentes del Bicentenario:
Entendiendo por “destituyente” al actor político que busca destituir a una autoridad legalmente constituida, en general quien se sitúa en posición conspiradora, antidemocrática y contraria al oficialismo, de cariz autoritario y con un accionar dictatorial y golpista. Se puede observar que no pocos actores políticos albergan hoy la esperanza de que el gobierno Paz-Lara que recién inicia, pueda por azares de la economía, el malestar social o acciones políticas, terminar en breve tiempo, acortar su mandato o simplemente, colapsar con futuro incierto.
La raíz de tan ingenuo análisis, que solo refleja una expresión de deseos – fútiles y poco patrióticos- es la carencia de comprensión del tiempo político que vivimos. Pocas veces podemos asistir a la finalización de un ciclo de manera tan contundente como la expresada en las urnas, que por ser pacífica y democrática, ha ganado la admiración de los países del concierto democrático. Es por ello que se abrieron posibilidades de apoyo internacional y cooperación económica inmediata, pues, han comprendido con beneplácito que hay una voluntad profunda de cambio en el pueblo boliviano.
Mientras el país recibe la solidaridad y el respeto internacional, los conspiradores eternos no descansan. Así, sabemos que muchos políticos frustrados con los resultados del 19 de octubre (Quiroga/Velasco) y otros que no pudieron participar (Evo Morales y J. Dunn), ya anhelan presenciar que Bolivia colapse, porque no es de su interés el devenir de la Patria ni del país que otros pretenden reconstruir para las nuevas generaciones. Ya ansían ver el deterioro del gobierno, anuncian distanciamiento y se alinean en la oposición. Las ambiciones por tomar el poder son urgentes, porque es sabido que los políticos tienen ese talante inescrupuloso.
Se entiende asimismo, que el masismo residual relegado -por ahora- a un 18% (sumadas las tres líneas), tiene nostalgia de abandonar el poder, se resiste y está claro que hizo todo lo que estuvo a su alcance para retenerlo. Entonces, bajo la narrativa de que la victoria del binomio sólo pudo ser posible por la presencia del vicepresidente, algunos intelectuales y burócratas del masismo alicaído, se le aproximan para instigarle a reivindicar una cuota de poder que legítimamente le corresponde, pero para tener ellos donde cobijarse.
Hoy Edman Lara Montaño, es pasible a todo tipo de influencias –últimamente de sujetos con intereses concretos- pero no tiene quien le ayude a analizar en qué puede aterrizar la aventura de convertirse en opositor abierto de su propio gobierno a tan sólo días de iniciar el mismo, mediante insultos y descalificaciones públicas al presidente Rodrigo Paz Pereira. Si bien los registros históricos del país muestran fricciones entre el primer y segundo mandatario, también revelan que era un lugar común augurar la derrota a quienes disentían con su presidente. Tal el caso de Aniceto Arce (vicepresidente 1880-1884), quien discrepara con el presidente N. Campero sobre decisiones en la guerra con Chile, fue desterrado y se exilió en París, retornando en 1883 para recomenzar su carrera política desde el llano y luego ser electo presidente.
Es que, el enfrentamiento público del vicepresidente en un país presidencialista a ultranza, sólo tiene dos caminos: el aislamiento del poder o el autoexilio. Esta experiencia empírica nos señala que la acción destituyente del vicepresidente no podrá derivar en una salida exitosa al modo en que él pretende. Pues, así como John Adams fue vicepresidente de G. Washington; Thomas Jefferson lo fue de John Adams; Richard Nixon fue vicepresidente de Dwight Eisenhower, George W. Busch, de Ronald Reagan y George Biden fue solícito vicepresidente de Barak Obama. Todos ellos cultivaron su aspiración de llegar a la presidencia, con lealtad y no conspirando. En tal sentido, el vicepresidente J.D. Vance, quien despliega un vigoroso apoyo político e intelectual al presidente Donald Trump, es sucesor natural como candidato republicano, e inexorablemente, futuro presidente de los Estados Unidos. No es auspicioso para la construcción de un perfil presidencial que enamore al ciudadano, el antecedente de ruptura o boicot institucional, lo cual explica por qué tanto Carlos D.Mesa o Jorge Quiroga R., no han logrado llegar a la presidencia por amplias mayorías, luego de sus roles como vicepresidentes y presidentes.
Algo tan elemental debiera saber Edman Lara, pues, quien no abona su camino político con lealtad a quien le extendió la mano para conformar un binomio, cuando no obtenía sigla ni nadie que confiara en él, le depara un oscuro devenir. No puede coexistir la disidencia permanente y ostensible, plagada de infamias e irrespeto hacia la investidura del presidente, con el ejercicio compartido del poder. Aunque la CPE no haya previsto tal situación precisamente por ser atípica y contraria a la naturaleza misma del cargo vicepresidencial, siempre existen caminos constitucionales para relevar del puesto a quien conspire abiertamente contra el gobierno, pues la batalla opositora debe librarse desde el llano.
Montado en el mito de que es dueño de los votos, Lara se autoengaña con una mayoría que cree ostentar, pues quienes se encolumnan detrás de él, lo hacen desde la expectativa de obtener puestos en el Estado. Es por ello que al anunciar tempranamente que se presentará por su cuenta a las elecciones de marzo/2026, retroalimenta el espejismo de los millones de seguidores, que se movilizan bajo la promesa de cuotas de poder. Si el vicepresidente quedara aislado - ya que es potestad del presidente administrar el Estado- los incondicionales seguidores harán inmediato abandono del sedicioso. Con sus acciones, Lara está orillando a que esa situación llegue: quedar en la congeladora y que sus adeptos no lo vean como potable para acceder al poder, es el riesgo que Edman Lara no advierte.
No es suficiente que quienes se resisten a abandonar el vínculo con el poder y quieren reengancharse en el gobierno bajo el paraguas del sujeto político “nacional popular”, propalen el relato de “Lara artífice de la victoria”, cuento para ingenuos donde Lara es el vehículo para concretar tal objetivo. Preocupante es, que el propio vicepresidente no comprenda el tiempo histórico que protagoniza y -en tal extravío- despliegue un comportamiento que sólo puede perjudicarle.
Porque, adicionalmente al riesgo de quedar aislado en el esquema gubernamental, está aniquilando la posibilidad de ser presidente algún día, por la decepción que ocasiona en quienes están viendo su falta de lealtad, de palabra, de agradecimiento, y sobre todo, su proceder artero en clave masista, cuando amenaza con estrangular la estabilidad y el país en aprestos destituyentes: todo un estilo, una manera de ser que el pueblo boliviano rechazó con más del 75% el 17 de agosto del año del Bicentenario. Es preciso que el vicepresidente recuerde el nítido mensaje de las urnas: total reprobación a las viejas prácticas políticas, y que fue electo con la promesa de ser diferente al pasado.
Moira Sandoval Calvimonte.
Abogada y ensayista.