Martes 19 de noviembre 2024

Estudiar debería ser la moda



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Los seres humanos nos hemos acostumbrados a “etiquetarlo” todo, que, si alguien escribe por whatsapp: “bendiciones”, automáticamente pretenden etiquetar a esa persona como creyente o religioso. Si ven a otra persona que usa la palabra “fraternidad” pues debe ser un masón. Si hablas del pragmatismo de China eres de “Izquierda” (cuando en realidad a nivel internacional, es ya sabido que China está aplicando “capitalismo” a su estilo). Si hablas de achicar al Estado y reducir el gasto público eres de “Derecha”. Si alguien habla sobre la depresión, pues antes debe exhibir obligatoriamente su título de “psicólogo o de psiquiatra”.

Si se atreve a hablar de economía y finanzas inmediatamente debe ser desacreditado porque necesita antes tener algún doctorado, por consecuencia, nada les cuadra debido al enorme vacío que tienen y porque viven de las apariencias, en el mundo de los estereotipos, sin tener un pensamiento propio, tan sólo repiten simplemente lo que otros a quienes siguen afirman algo, sin antes razonar y contrastarlo con los hechos, olvidándose de aquel dicho popular, bastante trillado que dice: “hay genios sin estudios e idiotas con doctorados” máxime si llevamos mucho tiempo con aquella moda oportunista de conceder y retirar los títulos de doctor honoris causa, especialmente en el ámbito político y en el negocio comercial dedicado a inflar el ego.
En esta vida hay muchos logros sin aplausos y muchos aplausos sin logros. Pareciera que nos olvidamos que el ser humano es falible, por lo tanto, no porque una persona sea premio Nobel, debemos ciegamente fiarnos de todo lo que ella diga pues tener un premio Nobel tampoco es sinónimo de infalibilidad, una muestra de aquello, hay que recordar y destacar el gran gesto de valentía, humildad, honestidad e integridad académica y científica de la estadounidense Frances H. Arnold, una de las ganadoras del Nobel de Química 2018, que, en el año 2020, decidió retractar a uno de sus recientes artículos publicado en la prestigiosa revista Science, siendo el motivo, porque se dieron cuenta de que los resultados no podían reproducirse y que faltaban datos en los cuadernos de laboratorio.

Advirtamos, antes de la pandemia y después del periodo mundial de las cuarentenas rígidas, continuamos como humanidad viviendo de crisis en crisis despreciando el sentido común, pues muchas veces con el ánimo de obtener ganancias se imponen criterios, matices y modas (en casi todas las áreas del conocimiento – sea jurídico, económico, financiero, psicológico, etc.- y del desarrollo humano) que la gente sigue repitiendo simplemente porque sus ídolos o gurús así lo dicen o porque mucha gente están hablando sobre eso y haciendo eso, por ende, automáticamente creen que si todos están haciendo lo mismo, pues esa debe ser la nueva tendencia, es la fuerte corriente dominante, y como se debe siempre estar conforme al consenso mundial, mostrarse siempre feliz, exitoso y a tono con la moda, asumen irrazonadamente algo, subiéndose de forma voluntaria e inmediata a la ola del momento, sin detenerse un rato, a “estudiarlo” mejor conforme a su realidad, darse el tiempo suficiente de escuchar a los expertos para luego comparar sus palabras con los hechos, sin analizar nada por cuenta propia, ni tratar de comprenderlo y tomar una decisión personal con pensamiento propio, crítico, reflexivo, analítico y creativo, no como algo impuesto por el solo hecho de que está de moda.

Hace meses se viene hablando de que muchos países a nivel global entrarán en recesión económica y que la inflación nos va liquidar, por lo tanto, debemos prepararnos alentando para ello, la innovación.
Al hablar de global, muchas veces tenemos una visión más eurocéntrica y también orientada a observar lo que hace o hará los Estados Unidos, y en consecuencia nos dirán que este asunto de la recesión en EEUU al ser principalmente por déficit fiscal será resuelto por la reserva federal y el Banco central. Otros nos dirán que el problema en nuestro país se soluciona atrayendo inversiones externas, producir, darle valor agregado y exportar, porque luego los dólares vienen por añadidura y el tipo de cambio pasa a ser solo referencia. Los países que tienen esto, su tipo de cambio fluctúa y no hay mayores impactos.

En el caso boliviano, varios ya han identificado que la fantasía de la baja inflación se debe a que existe déficit fiscal (debido al uso de recursos públicos, pagando altos subsidios), un gigantesco contrabando y una escasa rentabilidad, aplicando controles de precios que reducen el margen de ganancia de los productores y desincentivan la producción nacional, lo cual impulsa a una mayor informalidad delincuencial desvergonzada; sumado a ello, existe inseguridad jurídica e incertidumbre jurídica, por ejemplo algunos proyectos de ley que están a punto de promulgarse (como ser el proyecto de ley N° 283/2021-2022, procedimiento especial para la restitución de derechos laborales), los cuales podrían ocasionar a que exista más gente que desee ingresar a la función pública, agigantando la dependencia estatal; o, que exista más gente con muchos derechos laborales pero sin trabajo, teniendo por resultado mayor informalidad laboral, más vendedores callejeros, más quienes trabajan por cuenta propia, sin obtener ningún beneficio social en sus vidas, sin bono de antigüedad, sin recargo nocturno, sin descanso vacacional, sin seguridad y salud en el trabajo, sin aguinaldo ni segundo aguinaldo, sin incremento salarial, sin asignaciones familiares, sin caja de salud, sin aportes para jubilación; con todo ello y más, se coloca en gran riesgo el desarrollo de actividades empresariales en el país.

Ahora bien, convengamos, que en el mundo, todos estos temas de estancamiento, inflación, recesión, estanflación, desempleos, etc., mucho tiene de responsabilidad los gobiernos, de su plan económico, y dado que estos casi siempre demoran en reaccionar y existe una permanente crisis de confianza por la inseguridad jurídica que muchos gobiernos generan sumado a la inseguridad física, dan lugar a que independientemente de que, si llega o no, una catástrofe económica a todo el país a nivel nacional, las personas de forma individual, tienen en todo momento (no solo ahora), conocer su propia realidad, por ende, tienen que pre “ocuparse” de su propia recesión económica. Es decir, estar atentos en mitigar tal situación y que no llegue a experimentar crecimiento negativo atroz en su vida, adoleciendo de una alarmante reducción de su actividad económica, que adolezca de desempleo y que no tenga capacidad de inversión ni de consumo.

La gente para estar preparada no basta tan solo con estar informada y vivir todo el tiempo escuchando, imitando a los demás ni moviéndose por el miedo, la euforia, el enojo, las depresiones y el conformismo. Debe realmente conocerse a sí misma, conocer auténticamente su propia realidad integral donde obviamente incluye su ámbito financiero, para tener dominio propio y contención oportuna siendo menester para ello, desmitificar muchas falsas creencias, como aquella que únicamente se debe ser experto en una sola cosa, cuando es de suma importancia diversificarse y el conocimiento integrado basado en el sentido común, esto es, la interdisciplinariedad objetiva, por cuanto, mirar solo un píxel no deja ver toda la imagen.

Es así que muchas veces las personas tan solo están viendo el árbol y no el bosque, por lo tanto, en estos temas de orden financiero, “estar preparado” implica no solo estar informado sino “estudiar” para saber interpretar y discernir, para la toma de buenas decisiones acorde a su propia realidad, por ende, se debe también tener una educación financiera y conocer sobre geopolítica empresarial o de los negocios evitando perder el sentido común, sin irse a los extremos, pues si bien se dice que ahora está de moda la mentalidad más horizontal, esto es, el trabajo colaborativo (como por ejemplo: Airbnb), de que se busca la descentralización financiera, entre otras más innovaciones, llegando a suscitar a que muchos jóvenes no desean ser propietarios sino simplemente usuarios, pero adviértase que si se sigue a ciegas (sin sentido común) y a lo fanático esa "moda o tendencia", puede llegar a abolirse la propiedad privada y los Estados limitar aún más las libertades de las personas.

Hay que tener mucho cuidado con todo lo que esto significa, pues todo lo que sea un producto podrían pasarlo a ser un servicio; y, por consecuencia, el “nuevo Estado” global poseería los bienes y los proveerá como servicios a sus propios habitantes quienes, timados, estarán disparatadamente felices de ser tan solo usuarios, cuando en realidad es la abolición total de la propiedad privada.
Actualmente, la información es un commodities y está al alcance de todos, la clave es saber interpretarlo para evitar ser engañado y tomar acertadas decisiones.

Las revoluciones industriales son procesos de profundas transformaciones económicas, sociales, culturales y tecnológicas; y, en consecuencia, quien lidere en ellas, siempre llevará la de ganar en los negocios y lamentablemente hasta en las guerras. Actualmente el mundo, ya se encuentra en la cuarta revolución industrial.

En Latinoamérica nos hemos distraído más en revoluciones básicamente políticas no en verdaderamente revoluciones industriales, muestra de ello, es que se sigue vendiendo el mito del socialismo, de la justicia social, el comunismo y sus seguidores, como Cuba, no han logrado el desarrollo, como Venezuela que tiene más gente que migra a todos los países escapando de la pobreza y la inseguridad de su país; luego, también se vendió el mito del neoliberalismo, los Chicago Boys, de la economía abierta a imitación y conforme al enfoque occidental, cuyo países como Chile que no han podido quitar el chip populista ni han logrado el desarrollo más allá del cobre y algunos otros productos, no se industrializó al nivel de un país europeo.

Entonces, la “Izquierda” en Latinoamérica no consiguió dar el denominado sistema de bienestar de los países escandinavos y tampoco la “Derecha” nos convirtió en un país industrializado como Alemania.
Es decir, en ambos lados existe un total fracaso, por lo tanto, se debe evitar caer en esa polarización dogmática absurda de “derechas” y de “izquierdas”, cuando en Latinoamérica jamás ha existo hasta ahora una verdadera revolución industrial, la revolución del conocimiento no es tal ni ha llegado; por lo tanto, esas discusiones dogmáticas, rivalidades y disputas, etiquetando al contrincante de “izquierda” o “derecha” para atacarlo con procesos judiciales, agresión verbal, etc., es pérdida de tiempo, son frases finalmente vacías, que a nada bueno llevan, sino tan solo, a distraer y a proteger intereses de grupos políticos partidarios y no así a toda la población de un país.
Desde una perspectiva estrictamente personal e individual, pregúntense ¿si te enfermas o mueres, realmente se preocupa el político en función de gobierno de turno por vuestra vida, bienestar y familia? ¿Sabe realmente, con nombre y apellidos, que no puedes cubrir las necesidades básicas de tu familia?. Como bien sabemos nunca se debe invertir si dependes absolutamente de un tercero, por ejemplo, si para importar o exportar, necesitas la voluntad arbitraria de un tercero, en realidad el negocio no es tuyo, es el tercero quien tiene el negocio.

Es por eso, que para crecer se necesita entender la necesidad de industrializarse con unidad, paz, respeto, trabajo honesto e innovación, y para ello, se necesita conocimiento, se necesita "estudiar", se necesita aprender, se necesita conocer el idioma de los precios, se necesita “big making”, que es algo que ni siquiera se tiene visionado o proyectado en nuestra juventud.

Si bien sabemos que el entretenimiento vende y mucho, pero todos los extremos son malos, pues, por ejemplo, el puro entretenimiento jamás concebirá una fruta para alimentarnos sanamente por ende se requiere de más productividad agrícola para evitar una crisis alimentaria.
Entonces, la juventud latinoamericana no debe consumir de forma extrema e idiotizada las redes sociales, muchos sueñan con ser los nuevos influencers, tiktokers, youtuber, etc., en consecuencia, pasan más tiempo divirtiéndose que estudiando, peor aún ahora que se está vendiendo el mito de que se viene a este mundo a ser millonario de manera fácil gracias a las redes de mercadeo, negocios piramidales, mediante la informalidad, el contrabando, la delincuencia, la corrupción, los porcentajes o comisiones para la adjudicación de alguna obra o contratación, mediante los privilegios de los amigotes teniendo como vector la corrupción privada o pública de forma totalmente desvergonzada, etc.

A diferencia que, en otros países desarrollados, a la juventud se las incentiva a estudiar y no tan solo para conseguir un cartón o título sino para aplicar con excelencia dicho conocimiento obtenido, más que un título pesa el conocimiento y la habilidad, por ejemplo, en India, China, Corea del Sur, Singapur, entre otros, han progresado mucho porque su juventud se puso a estudiar las diferentes ciencias, pero estudiando de verdad, obteniendo más ingenieros, técnicos, químicos, médicos, biólogos, gente de sistemas, etc., más que tiktokers.

La misma juventud debería incentivarse y motivarse a sí misma, a estudiar, a tener mayor conocimiento sobre la tecnología, a esforzarse y a ocuparse por su propio bienestar. Hay que cambiar desde la raíz con más estudio, capacitación, aprendizaje, menos dogmatismos, menos resentimientos, y más conocimiento aplicado, más economía productiva y menos económica especulativa. Se debe evitar que existan talentos perdidos. Estudiar debería ponerse de moda, más que estar permanentemente prendidos en la farándula, la diversión, distracción y el entretenimiento.

*Asesor Legal Empresarial y Abogado de litigios.