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Tener una vida ordenada implica una forma de vivir en la que procuramos mantener las cosas en su lugar conforme a las “prioridades vitales” de existencia, siguiendo una secuencia que nos permita desenvolvernos de manera más eficiente y aumentando nuestra productividad y calidad de vida.
Es por ello que entre las finalidades básicas de los Estados es la de asegurar “buena”: salud, seguridad, educación y justicia acompañada de una administración pública ética, que protege libertad y propiedad privada sin invadir constantemente la vida privada de las personas. De no cumplirse tal mínima situación es una muestra del total desorden existente en un país.
La Constitución boliviana (CPE) en su artículo seis (6), menciona que son fines y funciones esenciales del Estado, además de los que establece la Constitución y la ley, entre otras, la de garantizar el bienestar, el desarrollo, la seguridad y la protección e igual dignidad de las personas, el acceso de las personas a la educación, a la salud y al trabajo; y, constituir una sociedad justa y armoniosa. El art. 22 de la CPE afirma que la dignidad y la libertad de la persona son inviolables. Respetarlas y protegerlas es deber primordial del Estado. El art. 56 de la CPE garantiza la propiedad privada; el art. 60 establece el deber estatal de acceso a una administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal especializado. El art. 21 de la CPE, consagra que todos los bolivianos tienen derecho a la privacidad, intimidad, honra, honor, propia imagen y dignidad. Y el art. 232 establece a la ética y la transparencia como uno de los componentes de los principios de la Administración Pública.
Si todo lo antes mencionado, resultase ser simples enunciados teóricos aspiracionales, de nada sirven porque es vivir bobamente bajo la apariencia, engañados y engañando a los demás; por ende, es de suma importancia su materialización incluyendo el compromiso ciudadano de hacer el bien y de velar por su efectivización real y objetiva.
La mejor buena idea es aquella que se implementa (la que se lleva a cabo), no aquella que queda solamente en papeles y en buenos propósitos. De nada sirve, que la gente busque escuchar siempre lo que quiere, porque eso es simplemente engañarse y mentirse a la tontera, viviendo de ilusiones y creencias que son nada más que ficción.
El art. 306 de la CPE señala que el modelo económico boliviano está orientado a mejorar la calidad de vida y el vivir bien de todas las bolivianas y los bolivianos.
Cuando las personas no cuentan con seguridad tanto física (personal) como jurídica, sumado a la falta de certidumbre debido a la carencia de calidad institucional, evidenciándose una ausencia de incentivo en pro de una sana inversión privada, mientras, por el contrario, existe una creciente informalidad laboral y desempleo, con mayor acrecentamiento de la corrupción generalizada y desvergonzada, obviamente no se tiene ni se tendrá calidad de vida y tampoco una vida buena (el mentado y añorado suma qamaña).
En el aspecto económico, muchas veces, las personas viven confundidas, creyendo ilusoriamente que los desajustes de las tasas de interés, la inflación, la volatibilidad, los riesgos, etc., son la causa del problema, cuando en realidad, todas ellas son las derivadas del verdadero problema, esto es, el vivir desordenadamente y en la apariencia.
Es decir, cuando tanto las personas particulares como los gobiernos de turno, gastan más de lo que obtienen (es decir, gastan más que sus ingresos), por simple apariencia (simulando que todo está supuestamente bien, deseando, en todo momento, cumplir con sus propios caprichosos, sea como sea y a como dé lugar), sin duda alguna, se vive y se vivirá en constante déficit (financiándola con más deudas), conllevando a dicho desorden y a todos aquellos desajustes referidos anteriormente, a los cuales, la gente vive sufriendo y quejándose constantemente, llevando una vida insatisfecha hasta sus últimos días, muriendo colmados de ofuscaciones y tristezas.
Cuando se vive ordenado, se puede pensar y tomar mejores decisiones con mentalidad prospectiva, en función al futuro bajo expectativas; y, no basados exclusivamente en el pasado o en el pánico del momento, sin caer en considerar que el valor presente del dinero es el valor presente de las decisiones inmediatas en base únicamente a especulaciones carentes de certidumbre y proyección sin expectativas ni esperanza alguna.
Para que exista una positiva movilidad social, se debe vivir lo suficientemente ordenada, que posibilite asegurar aquella “buena”: salud, seguridad, educación y justicia de calidad. No se debe pensar que el problema es del otro o que será el otro (el político o el outsider) quien resolverá todas las dificultades de forma milagrosa o de la nada, pues todo finalmente es una espiral y una cadena. Si bien, ahora, digamos que algunos están bien, pero resulta que al resto no les está yendo bien, por supuesto, que al final, a todos les irá verdaderamente mal.
Por otro lado, no debemos confundir Estado con gobierno, que sería solo la parte generalmente encargada de llevar a cabo las funciones del Estado delegando en otras instituciones sus capacidades. Los Estados son personas jurídicas de Derecho Internacional mientras que los gobiernos son organizaciones de personas naturales. La relación entre un gobierno y su Estado es de representación y agencia autorizada. De allí que a los gobiernos (organizaciones de personas naturales) se les debe exigir, necesaria y obligatoriamente, la responsabilidad por su mala administración pública, evitando la existencia de impunidad, pues ésta última también daña la calidad de vida de las personas.
En cuanto a la educación, en sintonía con todo lo antes descrito además de la óptima instrucción, es menester, preguntarnos con total honestidad: ¿se desea gente auténticamente de bien ("genios" con ética) o gente bien mentirosa, desvergonzada y corrupta ("genios" mediocres proclives a la mentira, al engaño y la corrupción, con la creencia heredada por generaciones de que se es mejor persona y “exitosa", única y exclusivamente, por lo que posee económicamente)?
Si a la ética, siempre, la subestimamos y menospreciamos, dejándola como simple decorativo teórico, no solo acabaremos en permanentes cleptocracias y con una movilidad social totalmente decadente, con muchos “genios” manipulando y comandando barbarie; o, envueltos en una atroz barbarie con criminales campeando por su absurdo respeto, cometiendo abusos por doquier y aniquilando gente a su paso, con territorios sitiados o adueñados por las mafias, quienes cuidan sus negocios maculados, pertrechados en sus reductos.