Lunes 25 de noviembre 2024

Homo Ludens



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"La vida es un juego" y disfruta el que más gana.
De esa manera se pone de manifiesto otra cualidad del hombre: jugar, le gusta jugar y ganar; el hombre es esencialmente lúdico. Llevar el talismán de la fortuna y triunfar, siempre; porque perder significa derrota en los negocios, los naipes o el ajedrez.

"Homo Ludens" habla del juego como una expresión cultural y no como función biológica, (una nueva virtud que se suma al "Homo Sapiens" "Homo Faber", “Homo economicus” y "Homo atomicus"). Su interacción primaria con el mundo que le rodea es a través del juego, como componente social, como convivencia que se manifiesta en los quehaceres cotidianos, innato en su conducta, viviendo en el subconsciente como objetivo esencial que activa sus actitudes, hasta lograr el objetivo de cada instante: ganar, También se puede llamar vencer o triunfar, gozando de esos sentires de progresar y prosperar, de haber vencido a las vicisitudes, en ese transcurrir interminable de la rutina en el círculo mágico del juego.

"Tómalo como un juego" suena como arenga para apoyar una acción, significando con ello que no es necesario demasiado esfuerzo y riesgo para lograr; para demandar en otro momento, en abierta contradicción diciendo "no tomes el trabajo como una jugarreta"; el hecho es que en esta o aquella circunstancia el ludismo humano está presente
En su libro Homo Ludens (EMECE editores S. A. Buenos Aires, 1957) Johan Huizinga expresa: “El concepto ganar está ligado al juego, al desafío y al triunfo, un estado subyacente en el impulso que despliega energía calculada para vencer. La política y el poder son juego donde el interés es ganar, cuyas reglas esenciales pasan por el consenso y el disenso, la igualdad política, la libertad a libre elección, respeto a la minoría, buen funcionamiento de las instituciones y escenario político idóneo”.

El juego de la política es el proceso lúdico que implica la interacción entre los actores políticos (partidos, organizaciones, ciudadanos, grupos de interés y medios de comunicación). Los resultados del juego son los efectos que se producen como consecuencia del accionar de los jugadores, (formación de gobiernos, aprobación de leyes resolución de conflictos).

Siguiendo a Huizinga, la guerra es el juego más perverso y trágico que implica sufrimiento; para ganar es necesario matar. La Política regulada en su forma democrática y parlamentaria es también un juego que como otros tiene sus reglas. El poder es un juego donde los triunfadores procuran someter impunemente, y de lograrlo, imponen sus propias reglas: perturbar las movidas y complicar las jugadas. El otro, el electorado que perdió en la votación, no debiera quedar inactivo, y peor aún, ceder sus torres y sus caballos, viviendo en permanente jaque. Unos juegan a ser candidatos y otros a ser electores ambos quieren ganar, donde quien gana se queda con el mandato. Habiendo ganado su misión es jugar a la buena gobernanza, a la mejor gestión, cuya estrategia requiere honestidad, sabiduría e innovación, haciendo jugadas maestras al servicio de su país, respondiendo a la esperanza de los ciudadanos. “Lo que está en juego no es poco”.
Una diferencia básica entre lúdico y política es que el simple juego es pasión, y la política es inteligencia; el juego tiene mucho de albur y la política correlación democrática. Entre elector y elegido hay "intereses en juego" que debieran ser siempre comunes, aunque con frecuencia no lo son, uno juega a ser gobierno y millones a ser gobernados, no se trata de uno contra millones sino a favor y por el bienestar de millones, así debiera ser.

En resguardo de cuanto comportamiento lúdico del gobernante pudiera intentar desvariar jugando de mala fe, los electores (sobre todo aquellos que perdieron la elección) les corresponde ser caudillos del contrapeso al poder, deben estar prevenidos para cada trance, "es mucho lo que está en juego".

*Periodista.