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Ganamos no porque somos muy buenos, el oponente es muy malo, es una expresión gobiernista, y con sobrada razón. El contrapeso al poder es tan inconsistente que ante cualquier ventisca se desparrama, lleva emblemas de tantos colores como intereses le dominan, no puede ponerse de acuerdo en las jugadas cuando se trata de acción; inclinado a coaliciones en veces puede ceder algo pero quiere mucho de vuelta. Pretencioso y ensimismado, a pesar de tener poco, ninguno tiene su "Benjamín" a quien encargarle la sucesión. "Cuando nosotros jugamos mal, ellos (la oposición) juegan peor, es tan inorgánica y endeble que la tenemos a mal traer".
En repetidas ocasiones se ha dicho que para alcanzar buenos resultados es indispensable el voto rural, para unos, y el voto urbano para otros. Ocurre que la comunidad emocional rural y urbana son distintas. Los rurales son ajenos a los dólares, sus necesidades son diferentes a los industriales y comerciantes. Aquellos (recordando que suman un par de millones) no necesitan moneda extranjera ni viven pendientes del tipo de cambio. El viviente rural tiene otros valores y necesidades: la lluvia, el sol y los ríos son lo que le apremia, la sequía le preocupa más que la elección de magistrados. Las promesas electorales serán tractores, semillas, sistemas de riego, abonos, buen precio para sus productos, moverán las emociones rústicas para conseguir votos.
El votante urbano es más racional y analista, con él funciona la lógica, aunque en ocasiones es proclive a creer en cantos de sirena, es de quien se que dice que no tiene memoria; inclinado a escuchar encendidas promesas aunque sabe de antemano que no se van cumplir, pendiente de la publicidad y de las concentraciones masivas, es en realidad un ser paradójico. Sus emociones motivantes de voto son los de la burguesía común, donde la protección del Estado, el empleo y el nivel de bienestar son dominantes en la conceptualización de valores.
El voto rural fue siempre cautivo, al inicio fue del MNR luego siguió Barrientos Ortuño, y ahora es del MAS. No conseguir el voto rural es desde ya resignar la victoria, procurando en tal caso como mejor opción el balotaje, y una decorosa brigada parlamentaria.
Proselitismo trillado para dos escenarios distintos, mostrando las opciones para los candidatos (de izquierda o derecha) y sus organizaciones políticas que les respaldan, donde algunos ya trabajan sus campañas mientras que otros prefieren esperar. (Están perdiendo tiempo jugando a la del avestruz).
Estar en armonía con la madre naturaleza es para los agroindustriales desmontar (léase arrasar con la arboleda), sembrar, rociar de fertilizantes...dicho de otra manera: explotar la tierra. Mientras que el público rural honra la pachamama, le ofrece inciensos y q'oas para lograr buenas cosechas y que su ganado multiplique. Otro grupo en disputa es el de la clase media cuya cuantía aumentó en los recientes años, irrumpiendo en el escenario económico nacional, creciendo en su patrimonio; notorio por su ánimo arribista está disponible para la derecha o la izquierda, donde los candidatos buscarán simpatía, amistad y votos, donde comenzar hoy es tarde, mientras que otros se obstinan en no empezar; ¿quizá en el fondo prefieren no ganar? (Cómo componer la economía destrozada, cómo enfrentar un bloqueo de la oposición cocalera y una huelga cobista, después del despido a 100 mil supernumerarios (necesario para revertir el déficit fiscal) y enfrentar paros y huelgas.
¡Muy bravo es el toro señores!
Por un lado el movimiento obrero y por otro la mayoría parlamentaria han puesto en vilo los impulsos del presidente Milei, en otras palabras ir de segundo al balotaje puede resultar una aplicación fallida al momento de jugar a la democracia en el parlamento. Muchos dicen que habrá nuevo mandatario de derecha, otros apuestan que seguirá la izquierda.
Entretanto, seguiremos deshojando margaritas: izquierda derecha, izquierda derecha...
*Periodista