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Con el corazón roto. Así estamos en el mundo luego que el exmandatario peruano, Alan García, se pegara un tiro en la cabeza acusado de corrupción y seguramente para no enfrentar la humillación de ir a la cárcel.
Pero estamos con el corazón roto, no solamente por el hecho, -que desde luego como humanos, lo sentimos-, si no porque la palabra corrupción viene del Latín Corrumpere que significa sobornar, falsificar, dañar, echar a perder. Está formada por dos raíces latinas Cor y Rumpere que significan Corazón y Romper. Es decir que Corrumpere significaba, para los romanos, romper desde adentro, o sea, romper el corazón.
Y porque en realidad ese evento ha sido la punta del Iceberg de tantos hechos vinculados con la podredumbre o putrefacción, que son otras acepciones que tiene la palabra corrupción y que últimamente han sacudido al mundo con otros expresidentes presos y las estructuras bolivianas con el caso de policías, jueces, fiscales, administradores de Derechos Reales y robos informáticos en el Organo Judicial y en bancos estatales.
Alan García fue presidente del Perú en dos periodos, desde 1985 a 1990 y desde 2006 a 2011 y en el 2017 fue llamado a declarar en el llamado Caso Odebrecht, en el marco de una investigación del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, junto con otros 10 países más de América Latina sobre la constructora brasileña Odebrecht, en la que se detalla que la misma habría realizado coimas de dinero y sobornos, a presidentes, expresidentes y funcionarios del gobierno de 12 países: Angola, Argentina, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, México, Mozambique, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela, durante los últimos 20 años, para obtener beneficios en contrataciones públicas, y que fueron destapados por una empleada que tras ser despedida de la empresa, entregó la documentación a la justicia de su país y a EE.UU porque muchos de estos dineros desviados fueron depositados en bancos estadounidenses.
El intento de detención de García coincidía con el apresamiento de su par, Pedro Pablo Kuczynski(2016-2018) quien deberá ir a prisión durante 36 meses mientras es investigado por un presunto lavado de activos con agravante de pertenencia a organización criminal del caso Odebrecht y que se suma a la también privación de libertad de otro expresidente, Alberto Fujimori, tras una condena de 25 años, por violación a Derechos Humanos, entre otros.
Pero eso no es nada. En Brasil, desde el 2017 está preso Inacio Lula Da Silva, otro expresidente acusado de corrupción en el llamado Caso Lavajato, y hace poco acaba de caer detenido, Michel Temer, otro mandatario brasileño.
Y si de presidenciables y de corrupción se trata, también tiene orden de detención la expresidenta argentina, Cristina Kirchner, acusada de corrupción en un caso bautizado como Hotesur.
Mientras eso sucede en Bolivia asistimos casi a diario a una especie de telenovela de la corrupción con temporadas de relanzamiento, que igual nos rompen el corazón.
Ahora estamos viendo como protagonistas a unos policías vinculados al narcotráfico que supuestamente viajaron a las Bahamas a un chequeo médico, pero que los acusan de haber llevado droga y que sus familiares aparecen en fotografías con traficantes de droga o de viajes exóticos y costosos. Y es mas que están relacionados con consorcio de abogados, jueces y fiscales.
Anteriormente vimos un capítulo informático-judicial porque cayeron presos funcionarios del Organo Judicial de Santa Cruz y Montero, La Paz y también jueces registradores de Derechos Reales de nuestro departamento y de Chuquisaca.
También en La Paz está en prisión la jueza que investigó el Caso Taladros de YPFB, Fondioc, Zapata, Banco Unión, que eran de una anterior temporada, pero que también nos tiene heridos de muerte y asustados por tanta tenebrosidad e impunidad.
* Periodista y docente