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Los gobiernos de cualquier país deberían ser entendidos como una institución al servicio de la gente y no para manipularla para el ejercicio del autoritarismo, el abuso de poder y la corruptela sino para respetar y proteger la vida, las libertades y la propiedad privada.
Quienes pretenden la dominación de sus semejantes, en realidad buscan obtener impunidad y dar rienda suelta a sus vicios capitales (avaricia, soberbia, entre otros más), aplicando para ello, aquel viejo adagio: “divide et impera” (divide y reinarás) y de esa manera, logran mantener a su población: ignorantes, ingenuos, atemorizados, manipulados, engañados, totalmente distraídos y frívolos.
Ante el abuso de poder son los pueblos quienes unidos deben estar alertas y manifestarse, “hacer ruido” (protestar) en contra de la opresión de aquellos gobiernos despóticos que buscan que la gente pierda la alegría de vivir mediante el enfrentamiento, la violencia, el caos y el terror. No siendo ello nada nuevo, por cuanto únicamente machacan aquella formula milenaria para debilitar y dominar, que es la división y la confrontación, aplicando una serie de estrategias cada vez más sofisticadas para mantener vivo el antagonismo, al extremo que ya existen quienes exportan su autoritarismo, degenerando la política en una guerra entre ambiciosos que quieren entrar y ambiciosos que no quieren salir.
En ese sentido, así como las monedas suenan al caer, es decir “hacen ruido”, en el caso boliviano, las monedas además traen consigo un gran mensaje para cada persona que los porta, esto es, en el anverso existe la inscripción que claramente afirma: «La unión es la fuerza».
Es pues en la unidad cuando concentramos la energía, y dirigimos el pensamiento, nuestras ideas, y para ellos nos marcamos un objetivo claro, donde queremos llegar, y entonces es cuando quienes trabajan en un mismo proyecto unen las fuerzas.
No podemos vivir al margen de los demás, sino que como “pueblo” (esto es, la "suma de los individuos" que sale en defensa de sus libertades individuales) debemos crear siempre puentes de unión para que podamos convivir juntos y en armonía, y no solo llevándose bien por puro interés personal, sino también buscando auténtica unión pues la unidad no es la exclusión de los contrarios sino la suma de los contrarios.
Y es así, que esa unión también debiera verse reflejada en aquella clase política que se opone a los abusos de poder, por ende, a la hora de las elecciones generales en aquellos países que se encuentran en total decadencia en términos de Estado de Derecho, respeto a los Derechos Humanos, ausencia de división e independencia de poderes, entre otros, debiera existir una sola oposición unida máxime si en política es la cohesión la que genera adhesión ofreciendo mejores resultados óptimos.
La falta de afecto natural, la indiferencia y la desunión de los pueblos es lo que los lleva a su propia ruina, a la pérdida de libertades y de talento humano, generando pobreza, mafia institucionalizada y corrupción generalizada.
En consecuencia, se requiere en los países con regímenes autoritarios de una ciudadanía unida, activa, y que, a su vez, exija unión a su clase política opositora, donde éstos se comporten a la altura de las circunstancias y no que, por corrupción, por fanatismos, dogmatismos, intereses egoístas personales o de grupo, acaben siendo los sepultureros de sus países, viabilizando y permitiendo que se elija una y otra vez a gobiernos que promueven dicho modelo cerrado y autoritario. Es menester más integridad, pragmatismo, integralidad y unidad.