Lunes 18 de noviembre 2024

Seamos parte de la solución, no del problema



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La semilla de la corrupción es la mentira y el engaño, por cuanto en cada acto de corrupción están presentes. Y todo ello es incentivado por la mediocridad debido a que el corrupto no desea esforzarse tratando de ser íntegro pues es a través de la mentira y el engaño que logran saciar su codicia.

La mentira implica no ser sinceros, por lo tanto, no existe las mentiras diminutas o piadosas a manera de indulgencia o purificación, porque de la forma como se desee disimular o disminuir mediante el denominativo que sea, no deja de ser ésta una mentira, es la afirmación que una persona hace consciente de que no es verdad, deformando la realidad.

Cada vez que las personas permiten decir o camuflar algo que es falso (por muy pequeño que parezca), el cerebro se hace insensible a las emociones negativas que generan la falta de sinceridad (se cauterizan la conciencia) y mediante la repetición se convierte en un hábito, engañando aún más en el futuro.

La consecuencia de todo esto es la instauración de un círculo vicioso donde existe gente que vive de la mentira y se enriquece de ella (por ejemplo, mienten mediante el lavado de dinero, siendo testaferros o palos blancos de otros, mediante la evasión fiscal, aprovechándose del otro mediante el engaño, obteniendo beneficios mediante el soborno, ocultando la verdad mediante la competencia desleal, mediante los privilegios ocultos frente a los demás, mediante la corrupción. Mentira es cualquier fallo judicial o resolución fiscal que cumpla con todas las formalidades de fachada, como ser fundamentación y motivación, que en teoría supuestamente garantizan el debido proceso, pero en la práctica y en la realidad, es con datos, hechos y argumentos falsos o trastocados, con exégesis, hermenéutica e interpretación jurídica enrevesada y engañosa, constituyendo fraude interpretativo; mentira es maquillar, fingir y/o aparentar balances contables donde todo estaría presumiblemente en orden, disimulando formal y contablemente aquellas empresas que fueron en realidad constituidas para lucrar con el engaño; entre otras modalidades delincuenciales más).

Existe gente que crea una vida de mentira, de fantasía, creyendo que el tener mucho dinero los hace o los hará mejor persona, llevando una vida paralela donde se sienten cómodos en ese su estado idílico conjuntamente con sus camaradas, por ende, desean siempre estar ahí, distrayéndose, satisfaciendo su egolatría, aunque no responda con la verdad.

Cuando una sociedad se impregna de la mentira de forma ampliamente extendida, viviendo y enriqueciéndose a través de ella, se tergiversa todo, se deforma todo, llegando a decir que lo bueno es malo y lo malo es bueno, que lo negro es blanco y lo blanco negro, por consecuencia, el resultado es un estado generalizado de corrupción.

Y resulta que el engaño llega a tal punto, que, con el propósito de exonerarse o enmascarar aquella situación generalizada de corrupción, afirman que existe una “cultura” de corrupción, cumpliéndose en ellos, aquel refrán que dice: “el mal de todos, consuelo de tontos” pues debiera más bien denominárselo como “incultura”, la cual es incentivada por la proliferación de gente corrupta; quienes luego, todavía, insistiendo en el engaño, se muestran al público con otros rótulos, como ser: gente “prospera” e “importante” únicamente por el caudal de dinero que ostentan.

Todas las personas desean tener crecimiento, pero esta palabra “crecimiento”, el corrupto únicamente desea verlo como el dinero que posee, siendo que crecimiento no solo se resume en lo económico, pues crecimiento es integral. Por ejemplo, un país que adolezca de grandes niveles de violencia, sicariatos y se encuentre cundido de estafadores, narcos, corruptos, lavadores de dinero, evasores, mentirosos engañadores, etc., ¿se lo considerará realmente que éste ha crecido de forma óptima y sostenible? cuando en realidad lo que existe es más bien decadencia y no crecimiento.

Este despropósito llega a ser tan desvergonzado, que aquellos mentirosos que se enriquecen o se enriquecieron con la mentira (siendo ellos, parte del problema), todavía se dan el lujo de quejarse de su país y/o de cómo está el mundo.

Entendamos que todos formamos parte de una tribu, por lo tanto, si llueve donde un vecino, todos tenemos los pies mojados. La abundancia de corrupción, nos daña a todos. Como diría el filósofo Edgar Morin: "La parte está en el todo y el todo está en la parte".

Todos deseamos mejorar, crecer, etc., pero para ello necesitamos revisar si estamos a la altura de dicha solicitud. Nada viene por azar, para recibir lo que deseamos antes debemos desprendernos de lo que no queremos, de lo que nos daña. En consecuencia, esforcémonos de ser verdaderamente parte de la solución y no del problema, dejando a un lado la mentira, detestando el engaño y tratemos de ser íntegros, pragmáticos e integrales, pues ninguna mejora existirá en nosotros si seguimos premiando a la mentira y al engaño que son los gérmenes de la corrupción.