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Hoy en día, se ve a mucha gente que no pueden estar a solas, consigo mismo. Cabe preguntarles, si no puedes estar solo contigo es un buen momento para revisar qué clase de compañía eres para ti mismo en el viaje de tu vida. En otras palabras, si no puedes estar solo, piensa que tan mala compañía resultas ser, si aún contigo mismo, no puedes soportarlo.
Mucha gente confunde la soledad con desolación, riesgo, sufrimiento; y, por ende, tiene pavor estar o quedarse solos y andan buscando cualquier compañía para así aliviar o agazapar sus miedos internos. Existe mucha gente que tan solo repite y repite etiquetas sin pensarlo, viviendo atrapado en la caja mental impuesta bajo la frase: “te vas a quedar solo” como si fuese un espantajo.
No se debe tener miedo de vivir tampoco de morir, por consecuencia, menos se debe temer a la soledad, pues ella te dice quién eres en verdad, ofrece la posibilidad de conocerte a ti mismo de forma integral (brinda la oportunidad del autoconocimiento y avanzar en el dominio propio), lo cual, a su vez, permite que podamos conocer a los demás, a valorarlos, a tomar mejores decisiones, a analizarlo todo, desechar lo malo (lo pernicioso) y retener lo bueno. Es donde más se aprende, se cultiva, se solidifica nuestras convicciones, se amplía la mente, se afianza nuestra fe, los valores y principios, surgiendo muchas experiencias increíbles, entre ellas, nace la expansión, el crecimiento personal, es un examen interior, donde lastimosamente pocos sacan buena calificación porque muchos ni siquiera desean ingresar a la prueba.
Adviertan, nunca están solos pues estamos rodeados de seres vivos en la naturaleza, el cosmos, microcosmos y macrocosmos. Tan solo en un puñado de tierra pueden existir continentes de los seres vivos; por lo tanto, inclusive hasta cuando mueres jamás estarás solo. Todo lo existente ha sido creado, por lo tanto, existe un supremo creador que sustenta dicha creación.
A la soledad se la ha dado mucha mala fama. Debe dejar de ser vista de esa manera, a menos de que en realidad se trate de un pretexto o excusa que esconde manipulación del ego, la cual surge de situaciones de resentimientos para victimizarse, para vivir culpando a otros, gente resentida y amargada, que, todo el tiempo está a la defensiva, acostumbrada a estar disconforme de todo, quejándose de que supuestamente da más que los demás y que no recibe justa retribución acorde a lo que según cree que da. Todo lo ve ensimismado o ensimismada en sí mismo, piensa que todos son malos menos ellos. Si siente alguna molestia de salud automáticamente es por culpa del otro. En esos casos, se debe recordar de que si realmente se ama no se debe pedir más de lo que te dan en el momento que te dan, pues la vida se termina y uno después se arrepiente por no valorar lo que se tiene cuando tuvo la oportunidad, por cuanto, ese ser, ya no estará más, en este mundo.
Debemos aprender más de nosotros mismos y exigirnos más a nosotros mismos que esperar más de los demás, evitando la auto-victimización, es decir, aquella manipulación de sentimientos, que finalmente la propia persona se boicotea, pues corroe su autoestima y la confianza en sí misma. No vivir la vida de los demás, sé tú mismo y apuesta por el Eterno. Escoge tiempo de calidad para estar solo y aprende a disfrutar de tu propia compañía.
En el caso de quienes somos padres, debemos también entender que únicamente somos canales de vida para los hijos, pero ellos (nuestros hijos) no son nuestra posesión, pero sí tenemos la obligación de esforzarnos por educarlos “correctamente”, que se apeguen más a la verdad (no hay que tener miedo a la verdad, aunque, ello conlleve a ir en contra de nuestros intereses egoístas, porque lo contrario, es simple hipocresía y utilitarismo fariseísta), que se les trasmita valores y principios que cultiven su ser, no solo evitar ser mentirosos y engañadores también que tengan visión y propósito de vida con mentalidad amplia, con sentido común; no una mente de escasez ni con la manía de la manipulación bajo la victimización como pretexto para justificar lo malo.
Lo correcto es lo correcto, así nadie lo haga; y, lo incorrecto es incorrecto, así todos lo hagan. Se debe evitar caer en la falta de sinceridad, ausencia de verdadero arrepentimiento, ni incurrir en los acostumbrados pretextos de los desvergonzados manipuladores, que a su propia mala condición la convierten en causa de justificación, por ejemplo, cuando afirman todo el tiempo: «somos humanos, tú sabes, somos imperfectos» y creen absurdamente que con eso están exonerados, sin esforzarse por tener dominio propio, donde el auténtico arrepentimiento implica no volver a incurrir en el mismo error. Todo lo demás son excusas y pretextos, pues "a sabiendas" se vuelve a incidir en lo incorrecto.
A los hijos hay que criarlos sin mentirles, hay que criarlos para que entiendan lo que implica realmente vivir en libertad, libres de aquellas cadenas de cajas mentales impuestas por el mundo (es menester el desapego a dichas cajas mentales), que se conozcan a sí mismo, descubran sus talentos, los desplieguen, puedan expandirse y que entiendan que estamos aquí para mejorar, que sepan que libertad conlleva responsabilidad.
Se debe romper aquella cadena de criar hijos con apegos patéticos a las cosas y a las personas, lo que está llevando a mucha gente a inducir a mayor ignorancia y sufrimiento, porque muchos padres creen que sus hijos son suyos, son su pertenencia; y, cuando se vayan de su lado (sea que los hijos hacen su propia vida como corresponde que suceda; o, que les toca dejar sus vestimentas físicas en este mundo, pues nos guste o no, lo más seguro en esta vida es que todos - cónyuge, hijos y demás personas- algún día nos moriremos, tarde o temprano), lo cual sin duda alguna es muy doloroso (se debe ser empáticos, fraternos y solidarios), pero no debemos irnos a los extremos, a sufrir enfermizamente por todo eso, careciendo de sentido común sumando a ello, la falsa creencia de que se estará solo en esta vida.
A la par de todo, también usualmente está presente aquel fanático apego a las cosas materiales, creyendo falsamente que son las cosas las que nos darán seguridad; por lo tanto, cuando sucede lo contrario, resulta que las personas se desmoronan, se sienten inseguros, pues se olvidaron que todas las cosas físicas materiales, son también temporales. En consecuencia, constituye carencia de sentido común, apostar fanáticamente por lo tangible y/o fungible, que es perecedero. Por eso, es necesario evitar ser simples repetidores sin pensar y tampoco temer a la soledad, desechando aquella caja mental que tanta mala fama le da.