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Como un fatídico preámbulo del apocalipsis que nos relata la Biblia, hace unos días, la teocracia iraní desató su furia contra Israel, con una tupida lluvia de drones y misiles, como represalia a lo que ellos llamaron una “justa venganza” por el bombardeo israelí al consulado de Irán, en Damasco-Siria, donde murieron altos jefes del movimiento terrorista Hezbolá, brazo operativo de los iraníes.
En más de una oportunidad hemos tratado en este espacio, sobre el papel que jugaría Israel en un desenlace mundial bélico, ocasionado por la intolerancia de países islamitas que lo circundan, cuyo afán, abiertamente declarado, es la desaparición del Estado Judío de la faz de la tierra. Es el caso de la República teocrática de Irán que, como uno de sus principales objetivos, se ha planteado la desaparición de Israel como Estado y, para ello, ha emprendido una carrera armamentista sin precedentes, hasta convertirse en una potencia nuclear. Este objetivo, si bien aún no lo ha logrado, es una razón suficiente para que Israel y sus aliados de Occidente lo consideren un blanco de apremiante destrucción.
Si con hacerlo, todo estuviese hecho, serían comprensibles las declaraciones iraníes que afirman: “que el ataque logró todos sus objetivos y que usaría mayor fuerza si Israel responde de la misma manera” En nuestra opinión, la grosera afrenta iraní contra el estado israelita, más que la muestra de un temible poderío bélico de los ayatolas, ha mostrado la infalible eficacia judía, al derribar el 99% de los trescientos misiles y drones capaces de destruir una ciudad entera. Sólo un misil podría haber alcanzado la mezquita de Al-Aqsa, uno de los santuarios más sagrados del Islam. Suficiente muestra de lo que puede el fanatismo extremista.
En esa demencial carrera armamentística, no es ningún secreto el afán iraní de alentar invasiones como la rusa a Ucrania, enviándole miles de drones dirigidos a reforzar ese asalto. Crean y financian movimientos terroristas como: Hezbolá, Hamás, los Hutíes en Yemen, etc., como brazos operativos en varios puntos del planeta. Una muestra de esta afirmación fue el atentado a la Embajada de Israel y a la Asociación Mutual Israelita Argentina, que se cobró la vida de 108 hebreos y más de 300 heridos. Entre las víctimas también se encontraron bolivianos que perdieron la vida.
Como no podía ser de otra manera, las fuerzas militares de occidente, lideradas por el Pentágono, estuvieron permanentemente atentas a estos movimientos iraníes y consideramos que uno de los hitos que se impusieron y propusieron es el de neutralizar la planta nuclear iraní, sobre la cual deben tener suficiente información de inteligencia, para evitar el logro de la ansiada bomba atómica. De ahí que consideramos que el próximo capítulo de esta aventura iniciada por Irán será una reacción israelita que, aferrándonos a lo que ya previmos, consista en la demolición quirúrgica de dicha instalación atómica.
De mantenerse esta situación, en un peligroso statu quo, serán mucho mayores los riesgos a los que los movimientos religiosos fundamentalistas del Islam sitúen al mundo, como aquellos que enarbolando la Yihad o (guerra santa), que es un principio del Islam que describe la voluntad ética y religiosa de los musulmanes para buscar el bien y alejarse del mal empero, este precepto ha sido interpretado erróneamente como una “guerra santa” para cometer todo tipo de atrocidades en nombre de la religión islámica y, en este caso en particular, para iniciar una contienda que podría marcar los prolegómenos del Apocalipsis.