Domingo 15 de septiembre 2024

Responsable



680 vistas

El señor Luis Arce presidente de Bolivia, es un hombre pusilánime, servicial con sus superiores y cobarde. Su historia personal en el BCB como funcionario de nivel medio, como ministro de economía y finanzas y ahora como presidente, así lo definen.



No tuvo la autoridad y no supo evitar el despilfarro de más de 60 mil millones de dólares en épocas de bonanza internacional. Se limitó a autorizar decretos y resoluciones para gastar sin sentido. Fue corresponsable de la calamitosa política energética durante 15 años, corresponsable de haber permitido proyectos millonarios sin estudios de factibilidad, de mercado y de rentabilidad, corresponsable de haber permitido un endeudamiento externo e interno innecesario y de haber permitido el uso de las reservas internacionales para cubrir gasto corriente.



Este señor, que juró hacer respetar la constitución y las leyes, antes de cumplir con ese mandato, prefiere escudarse en un referendo, para no tener que ejecutar las políticas económicas que la crisis está demandando.



No cumple con su deber y anda buscando culpables a los desastres que ocasiona. Niega su corresponsabilidad como ministro de Evo Morales, niega el fraude electoral del 2019, niega ser autor de la prórroga ilegal de magistrados en el poder judicial, niega ser autor intelectual de un golpe simulado, niega ser carcelero de la señora Añez y el señor Camacho, niega ser el que provocó la escasez de dólares en el mercado, niega calificar la situación nacional como una crisis estructural. Y negando todo, quiere parecer como el héroe de las soluciones.



Luis Arce Catacora, ya no tiene ni credibilidad, ni autoridad para ejercer el cargo. Nos está conduciendo a una situación de pobreza nacional, como nunca hemos vivido. El Estado que conduce no tiene sostenibilidad económica, no tiene capacidad de endeudamiento, tiene un alto nivel de riesgo - país para las inversiones y no tiene relaciones internacionales para paliar la situación, al haber sujetado a Bolivia en el club de los peores: Cuba, Nicaragua y Venezuela, junto con Irán, Rusia y China.



El país está en manos de improvisados, dirigentes sindicales corruptos y de jueces infames.



Es entonces responsabilidad social urgente, parar esta debacle. Con, o sin, el apoyo de políticos, que priorizan sus intereses.