Domingo 24 de noviembre 2024

La unidad es programática, no personal



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La unidad entre partidos políticos se entiende como una coincidencia ideológica y programática que encuentra sus nexos posibles. Este entendimiento hace de la unidad un instrumento capaz de dar gobernabilidad en caso de vencer las elecciones.



Otra cosa, muy distinta es la unidad electoral. Que es temporal, unida por las circunstancias que desaparecen o cambian cuando el proceso termina, según los resultados obtenidos.



La unidad de la izquierda era reclamada en los años 70 y 80 ante la opción del nacionalismo revolucionario, expresado en varias siglas. Para ganarle a la derecha, la izquierda veía el camino de la unidad como la solución. Y así se formó la Unión Democrática Popular (UDP) en conversaciones sostenidas en el exterior, por el MNRI de Siles Suazo, el MIR con Jaime Paz y el PCB con Jorge Kolle Cueto.



Hoy, a 44 años de esa unidad, las cosas han cambiado. Es la derecha la que reclama la unidad, para enfrentar la hegemonía social del MAS. Y está desorientada. Cree que dialogar en el exterior para acercar posiciones está mal, que primero se debe buscar a la persona y luego ver qué se hace, que habría que realizar primarias abiertas o cerradas, en fin, dan giros en el mismo sitio.



En 1980, la economía nacional andaba, como ahora el 2024. Los gobiernos militares desde 1964 a 1978, habían terminado con altos déficits fiscales acumulados, con reservas internacionales negativas, con un endeudamiento externo e interno muy elevado, y emitiendo dinero sin respaldo.



No es entonces quien, sino qué, lo que debe producir la unidad.



Lo mismo que ahora. Pero en circunstancias distintas. El MAS se autocalificó como la respuesta al neoliberalismo y se convirtió en una organización tutelada por un socialismo ajeno a su idiosincrasia. Cocaleros asociados al narcotráfico, usando una sigla política para mimetizarse. Más neoliberal que esta actividad, no hay otra.



Pero mimetizarse como organización política, es necesario. Sin ese disfraz, pierden todo el respaldo social que tienen. Y por eso sacrifican las soluciones económicas para conservar el rostro político. Entonces, el MAS no es la solución sino el problema.



Por eso, aclarar y definir al MAS ante el electorado como una organización criminal, sostenida por la trasnacional del crimen organizado desde Cuba y Venezuela, es absolutamente necesario.



Contraponer al Estado centralista y autoritario, el Estado autonomista y democrático. Recuperando la Republica y la CPE de 1964 – 94 es terminar con la artificialidad de un Constitución ajena a la realidad nacional y promotora de la división nacional



Hay que afirmar que la libertad individual es la base de las libertades sociales y que la propiedad privada es inviolable y necesaria para desarrollar las fuerzas productivas nacionales. Un Estado enmarcado en sus tareas base como la educación, salud y seguridad ciudadana, sin intromisión en la actividad económica, es el cambio que los tiempos actuales demandan.



Quien tenga la capacidad y sagacidad para explicar y atraer la atención de los electores sobre estos asuntos centrales, será quien reúna las condiciones suficientes para dirigir a la oposición.



No es entonces quien, sino qué, lo que debe producir la unidad. Y no son elecciones anticipadas, las que resuelven esto, sino la voluntad y decisión de quien se sienta capaz de transmitir su ideario. El líder se forja en la lucha y enfrentamiento con su contendor. No en los pasillos del acuerdo.