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Está muy claro: el MAS recibe instrucciones para no entregar el gobierno a la oposición cuando haya sido derrotado, porque Bolivia es una prenda muy apreciada por la trasnacional del crimen organizado.
Los mensajes son muy claros. Ha llegado un avión Antonov de Rusia trayendo armas, además de los venezolanos que vinieron para ajustar el fraude y para desfilar junto a los militares bolivianos y, en caso necesario, ir a la guerra.
Lo del avión ruso es la prueba terminante de que Bolivia ha sido incluida en el gran tablero de la geopolítica mundial, aunque ni las FFAA ni el parlamento hubieran pedido una explicación.
Si un avión norteamericano habría traído armas o lo que sea en estos días, el gobierno masista y los medios que controla hubieran denunciado el hecho como una invasión, como un atropello a la soberanía y una violación del espacio aéreo.
Con el episodio del avión ruso se revela que todo un poder transnacional se moviliza para frenar a un pueblo que en 2019 hizo escapar, perdiendo los calzoncillos, al dictador, con una movilización pacífica, un pueblo que ahora quiere acabar con la dictadura usando los votos.
Los rusos, que están a punto de perder la guerra con Ucrania, se dan tiempo para ocuparse de Bolivia, una demostración de que el país es una pieza clave para la transnacional, pieza que no quieren perder.
Se trata de un propósito geopolítico, que interesa a Rusia y China, países ansiosos por conservar los espacios conquistados en Sudamérica, pero sobre todo aquellos que aportan al negocio de la droga, vital para esta alianza.
Para la dictadura venezolana la plaza de Bolivia es importante porque forma parte esencial de la cadena de territorios que aportan con la droga que comercian en todo el mundo el Cártel de los Soles y el Tren de Aragua.
La dictadura cubana, que vive una muy larga agonía y es tolerada por el "imperio" más inepto del mundo desde 1959, habrá logrado matar a la industria azucarera de la isla pero sigue cumpliendo las instrucciones de Moscú, por costumbre, en actitud perruna.
Mientras tanto, las encuestas muestran la ingenuidad de quienes no están enterados de que el fraude está intacto, como lo advierte el propio Alejandro Almaraz, que fue parte del MAS pero que, felizmente, recapacitó y ahora está en el frente contrario.
Nuestros políticos opositores son tan ingenuos como las encuestas. Ojalá Dios ayude a los bolivianos a librarse de la dictadura más corrupta que ha existido desde 1825.
Siglo21bolivia.com